Los diferentes
eslabones de la industria de la
yerba históricamente presenta grandes asimetrías, en la actualidad el rédito de
las mismas se distribuye en un 9% de ganancias para los productores de los
17.444 productores existentes, un 24% para los secaderos de 426 que existen, y finalmente
un 67% de ganancias para 12 empresas ( en donde sólo cuatro de las doce
procesan el 50 por ciento de la yerba mate: Taraguí, Rosamonte, Gaucha y
Amanda), que se dedican a la molienda, envase, distribución y comercialización.
No hay que ser muy pillo para darse cuenta que estas doce industrias tienen
acaparado una rama de comercialización, por consiguiente, estamos hablando de
un monopolio mas en nuestro hermoso país.
El aumento de la
yerba se dio en este contexto: los productores
que son los menos beneficiados en el eslabón de la yerba lograron un aumento del 90% del
valor de la hoja de yerba, por lo tanto las 12 industrializadoras tendrían que
comprar su materia prima a un precio más elevado, disminuyendo sus ganancias,
sin embargo, estas empresas no están perdiendo utilidades sino que decidieron
mediante una cartelización del precio, que los consumidores finales lo
paguemos, es decir, el costo lo estamos pagando nosotros y ellas
preservan su status quo (el
caso es similar al traspaso del subte y el aumento del 127%, con dicho aumento
el gobierno de la ciudad no tendría que
aportar ningún capital para cubrir el servicio, inclusive le
dejaba un rédito). Hay que tener en cuenta que el aumento se debía
clasificar en bienes masivos (con hasta el 3 por ciento de aumento), selectivos
(el 6 por ciento) y premium (9,5 por ciento). La yerba es un producto masivo,
así que su alza no debería ser más del 3 por ciento, esto pone de manifiesto
las regalías del 6% que otorgo Moreno a las grandes firmas, pese a que estas
están omitiendo todo marco legislativo, como sabemos la yerba no aumento un 3%
o 9,5 % (tope final) sino más de un 300% en algunos lugares.
En conclusión tenemos
que bregar por una normativa antimonopolio o antitrust semejante a la de
los países desarrollados que desconcentran
la acumulación de estos grandes capitales, no podemos dejar que un
puñado de empresas nos carguen con deudas que no nos corresponden, y mucho
menos que intenten boicotear el país para llenar sus arcas.
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