martes, 16 de julio de 2013

Máximas de Sarmiento





 Domingo F. Sarmiento, por las penurias de su hogar sanjuanino, estaba más cerca de las clases bajas  que de las altas. Su concepto de “barbarie” alberga un sentimiento de menorvalía social.
 A través de Sarmiento puede reconstruirse la concepción histórica de la oligarquía. Dejando de lado los juicios eventuales de Sarmiento –sus famosas contradicciones-, abstrayendo de su obra escrita lo típico y generalizable, la oligarquía argentina surge diáfana con los valores de clase que sustentan su visión del país. 

 Sarmiento no fue un demócrata. Fue un liberal reaccionario y su aptitud frente a los caudillos encaja sin rendijas con su opinión sobre la clase obrera europea.   Sarmiento es la personificación más taciturna del liberalismo conservador de América Latina. Hijo de la Restauración y del reaccionarismo ideológico que encontró su réplica  en los levantamientos proletarios de 1848 y 1871: “La experiencia  de medio siglo de ensayos constitucionales ha rechazado como irrealizables y desnudas de todo fundamento, las doctrinas de Rousseau y otros utopistas del siglo pasado”. Lo que rechazaba son los sedimentos revolucionarios de la Revolución Francesa, que al pasar a las masas, se convirtieron en reivindicaciones democráticas del proletariado europeo. Siempre contra el pueblo, plagiando sin vuelo de pensamiento a Carlyle, adhiriendo a la escuela individualista de la historia. Carente  de visión nacional  propugno la fragmentación del territorio argentino. Fue partidario de Francia e Inglaterra cuando durante Rosas, en la vuelta de obligado,  el país era agredido. En Argirópolis,  durante su presidencia se entregaron los ferrocarriles argentinos que eran prósperas empresas nacionales, a los ingleses.

El adulador de Inglaterra que aconsejaba la introducción  en América  de pastores metodistas y la fundación de iglesias protestantes de espaldas totalmente a las tradiciones de Hispanoamérica.   

Algunas de sus máximas invisibilizadas, convenientemente, por la historia oficial mitrista (casualmente Sarmiento era el amanuense de Mitre):

 Sobre su encuentro con el Papa: “con que voluntad cumplí  con el ceremonial que prescribe  hacer tres genuflexiones hasta besar los pies de Su Santidad. Me retiré después de haberle besado la mano que me tendía para evitar que me postrase por segunda vez”

 En las farsas electorales de su tiempo dirigió personalmente el fraude, persiguió, encarcelo: “Bandas de soldados armados recorrían las calles acuchillando y persiguiendo a los opositores. Tal fue el terror que sembramos entre toda esa gente, que el día 29 triunfamos sin oposición. El miedo es una enfermedad endémica de ese pueblo.  Esta es la palanca con que siempre se gobernará a los porteños, que no necios, fatuos, y tontos”. 

 ¿No es Sarmiento el más indudable degollador de  gauchos, y  propagandista literario del degüello?  ¿No han circulado, acaso, en América Latina sus cartas al general Mitre, otro “semidiós” del Parnaso oligárquico, en las que aconseja que “no ahorre sangre de guachos que es lo único que tienen de humano”? En su favor, es preciso reconocer que fundó la Sociedad Protectora de Animales, entidad que aún subsiste, pues el célebre educador era más compasivo con los perros  que con los gauchos.

 En otra carta a Mitre sobre la las clases populares y los guachos: “tengo odio a la barbarie popular.  La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil. Mientras haya chiripá* no habrá ciudadanos. ¿Son acaso las masas las únicas fuentes de poder y legitimidad? Usted tendrá la gloría de restablecer en toda la República el predominio de la clase culta anulando el levantamiento de las masas”. Detrás de esta fachada de la cultura como privilegio de una minoría, se propugna una concepción reaccionaria de clase contra el pueblo. No pensaba así Darwin del gaucho: “Extraordinariamente generoso, humano y hospitalario y muy modesto al mismo tiempo consigo mismo y el país, extremadamente audaz y valiente, jamás grosero e inhóspito”

 En el Facundo, libro admitido por el mismo Sarmiento como apócrifo, es palpable su posición frente a las masas. En cuanto al aspecto formal de la democracia, tampoco le interesó. A raíz de las elecciones de 1857 escribió: “Los gauchos que se resistieron a votar por los candidatos del gobierno fueron encarcelados, puesto en el cepo, enviados  al ejército para que sirvieran en las fronteras con los indios y muchos de ellos perdieron el rancho, sus escasos bienes y hasta su mujer”

 Odio todo lo americano. Al indio  y al gaucho. Sobre el indio, aconsejaba que debía asesinarse a sus hijos, pues ya de pequeños “tienen el odio instintivo al hombre civilizado”

  En lo que concierne a las invasiones inglesas, su extranjerismo mental se enterizo. Se lamentó siempre de que las invasiones inglesas hubiesen sido rechazadas. Estas ideas tenían antecedentes en Carlos María de Alvear, que llegó a implorar el protectorado de Gran Bretaña a fin de que estas provincias “se abandonasen sin condición alguna a la generosidad y buena fe del pueblo inglés”. Por añadidura, es preciso resaltar, que en el momento en que Argentina estaba en guerra con Francia e Inglaterra, invitaba a la expansión europea sobre la misma Patagonia con la teoría de que figuraba en el mapa como  “tierra no ocupada”. También la ocupación de las Malvinas por Inglaterra le parecía conveniente a “la civilización y al progreso”

“Y seamos francos –escribe Sarmiento- , no obstante que esta invasión universal de Europa sobre nosotros es perjudicial y ruinosa para el país, es útil para la civilización y el comercio”

 Para Sarmiento, en su obsecuencia anglosajona, Estados Unidos es el único país culto que existe sobre la tierra. En carta a María Mann dirá: “con emigrados de California se está formando en el Chaco una colonia norteamericana. Puede ser el origen de un territorio, y un día, de un estado yanqui (con idioma y todo). Con este concurso genético mejorará nuestra raza decaída”. Pensó crear una escuela yanqui en San Juan. Era uno de sus tantos timos. Una manera de cortejar a una nación extranjera. He aquí el patriotismo de Sarmiento.

 Ya en Chile enaltecía las virtudes de las clases coloniales: “Es un bien la oligarquía chilena formada por la clase pudiente  e ilustrada” 

 Sobre los pobres, mendigos y huerfános: "Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad de que se le dé dinero. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos?. ¿Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad, hijos de padres viciosos, no se les debe dar más que de comer".

 Más sobre los originarios: "¿Lograremos exterminar los indios?. Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa calaña no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso. Su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado".

 Sobre la nación y la guerra: "Necesitamos entrar por la fuerza en la nación; la guerra si es necesario" (1861). "Los sublevados serán todos ahorcados, oficiales y soldados, en cualquier número que sean" (1866). "Es necesario emplear el terror para triunfar. Debe darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos. Todos los medios de obrar son buenos y deben emplearse sin vacilación alguna, imitando a los jacobinos de la época de Robespierre" (1844). "La invasión de las Malvinas por parte de los ingleses es útil para la civilización y el progreso"

 Paraguay: "Estamos por dudar de que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto a falta de razón. En ellos se perpetúa la barbarie primitiva y colonial. Son unos perros ignorantes de los cuales ya han muerto ciento cincuenta mil. Su avance, capitaneados por descendientes degenerados de españoles, traería la detención de todo progreso y un retroceso a la barbarie... Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que le obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era preciso purgar la tierra de toda esa excrecencia humana: raza perdida de cuyo contagio hay que librarse"

Sobre la condicion fenemenna: “Un día vendrá al fin, que lo resuelvan, y la esfinge argentina: mitad mujer, por lo cobarde, mitad tigre, por lo sanguinario, morirá a sus plantas…” 

Eurocentrismo racista: “Dicen que somos amigos de los europeos y traidores a la causa americana. ¡Cierto!, decimos nosotros ¡somos traidores a la causa americana, española, absolutista, bárbara ¿No han visto revolotear por ahí, sobre nuestras cabezas, la palabra ‘salvaje?’”.
 


 *Se denomina chiripá al poncho colocado en forma de pañal y prendido con alfileres ceñido con la faja y a veces el tirador o rastra, que utilizaban los pueblos originarios ―pampas, mapuches («araucanos»), patagones― y el gaucho hasta aproximadamente 1860 y sustituido luego por la bombacha, en el caso del gaucho el chiripá se ponía como protección y resguardo ante el frío por sobre los "calzones" o "leones" (pantalones gauchos de botamanga cribada). 


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